Comenzó su jornada con desgana. Hoy le tocaba visitar un nuevo barrio. Era muy duro. Nunca se iba a acostumbrar a la "puerta fría".
Vestía impecable, con su traje gris y sus zapatos limpios. Al entrar en la calle se encontró una casita pequeña y cuidada. "Uff, ánimo, quizá aquí viva una familia que necesite algo...". Tocó el timbre y pronto oyó unos ligeros pasos... "hay alguien, o muy pequeño, o muy mayor...".
Abrió la puerta una viejecita. Que alzó la mirada. Y sus ojos chispearon.
"Sabía que volverías... sabía que vendrías a casa... Estaba esperando, preparé café, como a tí te gusta".
Se sintió cohibido pero entró. El salón era diminuto, con sillones cuajados de pequeñas flores, olía bien. Lleno de retratos en blanco y negro. Una pareja bailando. Montando en un coche. De espaldas abrazados. En todas estaban juntos. En otra, él miraba al horizonte, y ella, apoyaba la cabeza en su hombro. El tipo era alto, solía vestir traje. Claro, una coincidencia.
"Quedate a comer, seguirás con tu trabajo después".
Por supuesto. Se quedó a comer. Y volvió al día siguiente. Y al otro. Ella recuperó sus recuerdos. Recuperó a su amado. Y nunca más estaría sola.
Vestido brocado, 78 €
Oh....me ha conmovido
ResponderEliminarY el vestido, como no, precioso.
Besitoos!!!
El vestido divino, y la historia también.
ResponderEliminarCada día os superais...
Muchos saluods!