Erase una vez un niño futbolista.
Solía llevar las manos libres, la ropa cómoda, y deportivas... porque en cualquier momento podía aparecer un balón, y entonces era su momento. Corría y chutaba. Metía gol y se besaba la camiseta.
No quería ganar, no sabía lo que era. Sólo quería jugar, sentir el viento en su cara y el cuero en sus zapatos... y llevar sus colores. Sus colores eran lo mejor. Azul y blanco.
Y un día se hizo grande. Y supo que quien gana llega solo a la portería. Y supo que los demás, se quedan juntos, en el centro del campo, y que a veces, muchas veces, también tienen cosas que celebrar.
Zapatillas para niño, 39'90 €
Oh,sería capaz de ponerle cara a ese niño que seguro anda loco detrás de todos aquellos zapatos que meten goles y corren mucho mucho.
ResponderEliminarYo también conozco a un niño así...
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