Había una vez un señor encantador que paseaba por la calle Bretón. Se detuvo en frente de un escaparate y se puso a soñar...-Si mi hija se casa algún día seguro que llevará un vestido como este...
Y así por casualidad, conocí a una familia fantástica.
Lo bonito ha venido después...Risas, complicidad y abrazos siempre que nos vemos. Momentos que hacen que mi trabajo sea todavía más bonito.
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