El Gigante soñó que podía charlar con las hormigas, dormir en una cáscara de nuez y bañarse en una gota de rocío. Soñó que su barriga se llenaba con una cereza roja como una amapola.
El Duende soñó que para cruzar una cordillera, sólo había levantado un poco la pierna y ya estaba al otro lado. Y que las noches de frío podía calentarse las manos acercándolas a una estrella.
Y los dos concluyeron que los sueños servían para hacernos querer un poco más cómo somos de verdad.
"El feliz sueño". Jaume Cela.
Blusa con dibujitos, 39 €
Siempre soñamos con aquello que no podemos alcanzar pero la realidad es que no cambiaríamos ni un ápice de lo que somos.
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